Viaje 13 | El culto


Molly había llegado.
—Así que aquí es el dichoso... ¿Lugar?
—Sí, aquí es.— Afirmé.
—¿Y qué hay por hacer?— Preguntó Molly haciendo notar su inexperiencia. Básicamente, era la primera vez.
—Bueno, enciende la linterna y sígueme.— Le dije con seguridad.

Caminamos hacia la entrada de la enorme casa. Realmente daba miedo. Una cabra sacrificada en la entrada daba el toque de color tétrico que necesitábamos para saber que está misión del culto era bastante peligrosa. Olía a sangre, heces y a tierra mojada. 

—Tenemos que saltar por aquí. No hay otra manera de hacerlo y no hay instrucciones de cómo hacerlo, pero lo descubrí solita.— Dije orgullosa, aunque era la segunda vez que estaba aquí y mi conocimiento tenía un límite.
—Ok, hagámoslo.— Agregó Molly con valor.

Brincamos la cerca gracias a un montículo de heno y una pila de llantas. Ya del otro lado, Molly encontró unos documentos que previamente ya había leído, de hecho, todos los documentos regados por la propiedad ya los había leído.

Rodeamos la casa por un pasillo que une el patio delantero con el trasero. Encontramos la jaula de las cabras y más al fondo, justo fuera de la propiedad, el altar a Azazel. Columnas con cráneos desollados de cabras rodeaban el lugar de sacrificio. Había mucha sangre, asumo que Ana adquirió así su poder y de alguna forma, las cabras eran muestra de este.

Molly entró a la pequeña choza al fondo y encontró la llave de la jaula de las cabras.
—Supongo que en algún momento tenemos que liberarla, ¿verdad?— Preguntó Molly.
—Así es. De hecho, tendremos que sacrificarlas en algún momento. Afortunadamente Ana ya reunió una gran cantidad de combustible para su ritual, así que atraeremos a las cabras con el heno que nos rodea y las quemaremos.— Dije con seguridad.
—¡Guau! Bueno, hagámoslo.— Agregó Molly.
—Vamos a eso. Busquemos más cabras, habrán más dentro de la casa.

Molly abrió la jaula y éstas salieron alborotadas arrematando contra la puerta del sótano. Un golpe de suerte para nosotros, pues en mi exploración anterior ninguna puerta se encontraba abierta.

Entramos con cuidado al sótano y sólo iluminados con nuestras linternas, encontramos la llave para salir de este. Abrí la puerta con cuidado y el panorama no se veía muy... Agradable. Sangre, cuchillos clavados (y seguramente arrojados) en la pared y, lo que más nos preocupaba, era ese sollozo.

Caminamos temerosas, el sollozo se hacía más fuerte hasta que nuestras pobres linternas la iluminaron. Ana se encontraba al final del pasillo, vistiendo solamente su ropa interior, su piel ya pálida mostraba algunos moretones y uno que otro rasguño y lo que más miedo nos provocó era su mirada: ojos en blanco y perdidos junto a una sonrisa ensangrentada.

Nos acercamos de poco en poco, nuestro primer instinto fue eso mismo, a lo mejor necesitaba ayuda pero al acercarnos, ella desapareció. Suspiramos un poco aliviados, y exploramos toda la casa. Ana no estaba bien, eso era obvio. Así que cada encuentro con ella le sacábamos la vuelta, hasta que encontramos todas las llaves de la casa, liberamos todas las cabras y juntamos galones de gasolina algo cerca del altar.

—Llegó el momento, sacrifiquemos a la primera cabra.— Nos dirigimos con la primer criatura en manos pero algo nos detuvo.
—¿Qué chingados es eso?— Gritó Molly mientras un demonio salía arrastrándose del bosque y se dirigía a atacarnos.
—¡Rápido, con la luz ultravioleta!

En un rápido y eficaz movimiento, ambas encendimos las lámparas y el demonio ardió en sus propias llamas. Molly aún trataba de comprender la situación.
—Cuando sacrifiquemos a la primera cabra, todo empeorará.— Agregué más locura a sus pensamientos. Ella asintió y tomó el bote con gasolina y encendió el fuego. Sin titubear, aventé a la pobre cabra la cual solo baló tan fuerte como pudo, acompañado de un rugido proveniente de la casa detrás nuestro.

—¡Oh, oh!—dije—. A partir de aquí, ya no sé qué hacer más que sacrificar más cabras.
—Ok, vamos por las que se dejen.— Susurró Molly, como si temiera que algo nos pudiera escuchar. Realmente, no estaba en lo incorrecto.

Nos metimos a la casa rápido. Para nuestra suerte, habían cabras bastante cerca. Molly ya había cogido algo de heno y de manera audaz, atrapó a la siguiente.

Regresamos al altar, mientras la encendía, otro demonio era chamuscado por la lámpara de Molly. La flama ardía muy fuerte y finalmente, la segunda cabra chilló aún más fuerte que la anterior aunque el rugido de la vez anterior igualmente rugió más fuerte que antes.

La flama se apagaba con cada sacrificio, cosa de la invocación supongo, así que estaba bastante oscuro. Comenzó a llover mientras la neblina nos impedía ver, sobretodo a aquella figura alta y demoníaca de Ana que corría salvajemente hacia mí. Grité a Molly por ayuda y ambas encedimos nuestras luces ultravioleta y tratamos de huir. De manera estúpida, quise hacerlo pasando debajo de su enorme brazo. Eso hizo que me atrapara tomándome del cuello lastimándome bastante. Grité, pataleé pero la fuerza de Ana era indomable. Me cargó como si de un costal de papas fuera y me llevó hasta el recibidor.

Molly, inteligentemente, nos siguió con cuidado y encontró un botiquín para curarme las heridas.

—¡No mames! ¿Estás bien?— Preguntó entre exhaltada, aterrada y preocupada.
—Gracias, espero esto me ayude. Necesitamos apurarnos y sacrificar más cabras.
—Esto está de locos, pero, para esto nos apuntamos, ¿no?— Me extendió la mano y me ayudó a levantarme. 

Continuamos con la misión. Sacrificamos un par de cabras más y Ana gritaba más fuerte con cada sacrificio. Al quemar a la siguiente, Ana salió salvajemente por los árboles tomando en esta ocasión a una Molly totalmente desprevenida. Gritó, pataleó pero tal como me pasó, fue inútil. Ana la cargó hasta el patio delantero. Yo corté camino por dentro de la casa. Entre chamuscando demonios y buscando otro botiquín, Molly se arrastró al recibidor de la casa, tal como ella me curó anteriormente, esta vez tomé el botiquín y curé sus heridas.

—¿Cuánto falta?— Me dijo mientras trataba de asimilar lo que vivió.
—No lo sé —la ayudé a levantarse—. Siendo sincero, no tengo idea. Con cada sacrificio, Ana se hace más fuerte y rápida. Nos va a encontrar con mayor facilidad.
—Tenemos que ser más rápidas. Podríamos sacar las cabras de arriba y al menos lograr bajarlas a la planta baja. Teniéndolas abajo, solo será cuestión de entrar a la casa, agarrar la cabra y listo. Además, así Ana tendría que bajar y subir varias escaleras muy pequeñas en caso de que nos quiera seguir arriba. 
—Suena a un plan. ¡Vamos!— Era una buena idea, nos daría algo de tiempo así que valía toda la pena del mundo.

Subimos algunos pisos de la casa y finalmente subimos las escaleras para llegar al ático. Unos demonios nos quisieron sorprender pero realmente sus gruñidos son muy obvios, aunque me aterren. Estábamos finalmente en el ático y otros gruñidos comenzaron a escucharse bastante cerca.

—Malditas cabras, ¿dónde se meten?— Susurré
—Seguro ya no hay ninguna aquí, bajemos.— Molly susurró también.

Caminamos suavemente hacia las otras escaleras del otro lado del ático. Unos gruñidos se hicieron más fuertes justo al dar la vuelta ya para bajar las escaleras.

—Apaguemos la lámpara, por si es Ana así no nos verá.— Dije mientras Molly me hacía caso y apagaba su lámpara.

Caminé más despacio y comencé a descender las escaleras. Encendí y apagué rápido mi lámpara y allí estaba. El rostro de Ana frente al mío mientras me tomaba por el cuello...

La neta, grité fuerte, golpeé con el ratón a la mesa y agregué: Se mamó. Panque, un muy buen amigo que radica en España, sólo reía y reía. Ya llevábamos casi una hora de juego y este fue el mejor momento de todo la transmisión en su página de videojuegos. Claro, ayudó a mi personaje después, luego lo atraparon y al tratar de ir a ayudarlo, un demonio me atrapó y solo vimos una pantalla final del juego donde Ana, toda ingobernable, demoníaca y rodeada de sus pequeños demonios, veía a la cámara mientras nuestros personajes Zara y Molly eran sacrificados en el altar.

Esa tarde Panque y yo nos asustamos tanto que al jugar Phasmophobia, ni sentimos el miedo regular que normalmente este último nos provoca.

Después de una tarde en la que me iba a dedicar a mi canal de Secretos de la Noche, Panque me escribió, pidió paro para unos ajustes en su canal y finalmente pudimos jugar Devour. ¿Quieren ver mi grito de oro? Deléitense.

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