Golpes de Realidad IX: La muerte acecha en cada parpadeo




Era domingo casi medio día, apenas y podía abrir mis ojos pero a lo lejos escuché el sonido de las notificaciones de mi móvil. Por el momento decidí ignorarlas y enfocarme en los besos de mi pareja.

—Tu móvil ha estado vibrando un buen rato.— Me dijo mientras besaba mi espalda.
—Gracias, corazón.— Bostecé, aún tenía bastante sueño. Me levanté y caminé hacia la mesa de control de NES que teníamos al borde de la cama. Tomé mi móvil y al ver la pantalla llena de notificaciones, busqué las causantes de tanto ruido. 

—Whatsapp, para variar —le dije a mi chica—. El chat del trabajo, espero no sea algún encargo urgente de domingo.— Revisé la conversación y me fui al inicio de esta: Chicos, lamentablemente Marco ha fallecido.

Ni si quiera leí el resto. Sabía de la enfermedad que atentaba contra la vida de mi compañero pero no sabía lo avanzado que estaba. Cáncer, el maldito y bendito cáncer. Me sentí muy mal, me puse triste, casi me suelto a llorar pero realmente no lo hice, sí sentí un hueco en mi interior por la noticia, pero mi tristeza no fue suficiente para llorar. Pero mis pensamientos, fugaces y erráticos comenzaron a hilar y manufacturar historias, de todo tipo, tristes, de muerte.

Afortunadamente estuve acompañado el resto del día con dicha noticia. Quise avisar a una ex compañera del trabajo con la cual, junto a este chico, tuvimos una plática tan fantástica que si no era porque al día siguiente trabajábamos, habríamos seguido platicando de sueños, frustraciones, talentos, lo que fuera.

Me di cuenta que la muerte ha sido más real en cada año que pasa, se acerca silenciosa en ocasiones, a veces no la veo llegar y otras sólo me susurra en el oído. He visto amigos y compañeros irse, a ancianos dejar este plano.

El punto de todo esto, que, sinceramente tardé bastante en escribir es que la muerte es real y a pesar de que me encanta escribir acerca de esta, jamás me había puesto a pensar en ella tan cercana y lejana a la vez, tan distante y camuflada entre mi vida. Sin duda la noticia del deceso de alguien cercano siempre será triste, siempre nos hará sentir que pudimos hacer más; sin embargo, hay que aceptarla como tal, superar y seguir adelante porque no hay nada que hacer, ya hicimos lo que hicimos y nos queda vivir con nuestras decisiones, siempre fieles en que lo que hicimos fue lo mejor que pudimos hacer y, si actualmente sientes lo contrario, cámbialo porque todo el mundo muere y ya no hay marcha atrás. Al menos que todos nos hagamos zombies al morir.

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