Flores Amarillas

by hybridflowers


Hoy en mi caminata rutinaria después de comer, crucé a lado de una florería. Disminuí mi caminar y casi de reojo vi el aparador con las flores que mostraban. Los arreglos de girasoles que estaban frente a mi captaron mi atención y lograron que me detuviera finalmente para admirar la variedad de colores. Me sorprendí principalmente con los lirios, no recordaba haber visto muchos colores de estos. Así mismo la cantidad de gerberas era abrumante; la verdad es que el aroma me hipnotizó y logró que casi sin querer entrara.

El tintinear de una campana justo al ser golpeada por la puerta que acababa de abrir me sacó de mi trance.

—Buenas tardes —escuché una voz al fondo—. Cualquier cosa que pueda ayudar, avíseme. Mi nombre es Abril por cierto.

—Gracias. —Contesté un poco tímido. Ella me veía pero yo no a ella.


Caminé despacio por el lugar. Observé los arreglos de los girasoles que habían captado mi atención desde el inicio. Pasé las yemas de mis dedos por su centro y cerré los ojos para sentir mejor esa sensación. Seguí caminando y las gerberas coqueteaban con mi vista. Había de casi todos los colores: rojas, blancas, amarillas, algunas combinadas.


—Acá atrás hay más colores por si gustas alguna. —Escuchar su voz más cerca hizo que diera un brinco y volteara hacia ella con la mano sosteniendo mi corazón.

—Gra… Gracias, gracias. —Dije todo exaltado.

—¡Oh, lo siento! No quise asustarte, perdón. —Dijo Abril mientras se acercaba a mí mientras se inclinaba hacía delante, como reverenciando.

—No pasa nada, creí que seguías atrás nada más. —Contesté ya más calmado.

—Lo siento —seguía inclinada—. Debí haber carraspeado la garganta o saludado nuevamente.


Le ofrecí mi mano para interrumpir su reverencia hacia mi. Ella lo vio y entendió el gesto y compuso su porte de inmediato.


—Lo siento —rió de nervios y caminó rápido para colocarse detrás del mostrador—. ¿Estás buscando algo en especial?

—La verdad es que no. Tus girasoles llamaron la atención y el aroma a naturaleza hizo que entrara.


Nuevamente me regaló una sonrisa.

—Los girasoles se han vendido bastante bien —me compartió—. Con eso de la primavera, todo el mundo anda buscando flores amarillas en general, además de ser mis flores favoritas.

—Siempre había querido lograr cultivar un girasol —dije—. Siempre me han parecido maravillosas; aunque mi color favorito es el morado, los girasoles deben de estar entre mis favoritos.

—¡Ah! ¿Eres experto en flores? —Preguntó curiosa.

—Solo un aficionado —contesté orgulloso inflando un poco el pecho—. El año pasado logré cultivar una piña, una maceta grande de menta y salvé una gerbera, aunque no tuve oportunidad si esta última logró dar una flor al final.

—¡Increíble! ¿Por qué no pudiste ver si floreció? —Preguntó extrañada.

—Me mudé de ciudad y no pude llevar conmigo mis plantas. —Contesté triste.

—¡Oh, que pena la verdad! Seguro la persona que quedó a cargo fue testigo de tu milagro. — Dijo contenta.

—No lo sé, la verdad es que cortamos contacto una vez que salí de aquel lugar. —Contesté con cierta tristeza.

—Bueno —dijo con un tono de ánimo—. La fortuna y belleza de las plantas es que son tan nobles que siempre podrás plantarlas y cultivarlas donde quieras. ¡Eso te dará color donde sea que estés!

—Tienes razón —tardé un poco en contestar—. ¡Recuerdo que el plantarlas, abonarlas y regarlas me daba una tranquilidad sin igual!

—La jardinería es una terapia muy noble. —Contestó orgullosa inflando un poco su pecho.


Abril y yo platicamos bastante esa tarde. Ninguno de los dos sintió el tiempo pasar. Entre risas y anécdotas sobre plantas y flores que fueron compartidas, un cliente entró exaltado.


—Buenas tardes, ¿tendrá alguna flor amarilla? No importa el tipo, cual sea es buena. —Dijo casi dando una orden.

—Buenas tardes —contestó amablemente Abril—. Claro que sí tengo. Me quedan muchas gerberas aún. ¿Es para su pareja?

—Sí, sí, esas están bien. Elija las más bonitas por favor. —Terminó de decir e inmediatamente sacó un billete de quinientos pesos y lo dejó en el mostrador. Abril no los tomó, pero volteó a verme dándome una sonrisa indicándome que ahí la esperara mientras ella pasaba a su almacén a preparar el arreglo floral.


Unos quince minutos habrán pasado cuando Abril salió de su almacén con un arreglo muy bonito de gerberas amarillas. El novio abrió enorme los ojos y contento tomó su regalo y salió de la tienda.


—¡Espere… su cambió! —Gritó Abril pero el novio la ignoró y salió lo más rápido posible.

—¡Gracias! —Alcanzó a gritar mientras la puerta se cerraba detrás de él.


Yo mirando la escena quedé bastante confundido. Ella me vio y rió bastante por la cara que traía.


—¿Estás bien? —Preguntó entre risas.

—¿Cuál es el asunto especial de las flores amarillas? —Pregunté irritado.

—Bueno —pensó Abril por un momento—. Realmente no lo sé. Se hizo bastante “popular” en menos de un año. Era de una serie que transmitieron en un canal por la televisión.

—Floricienta. —Dije molesto.

—¿Estás bien? —volvió a preguntar—. Noto un poco de molestia.

—Una novia me terminó por culpa de las flores amarillas. —Dije sin pensar. Ella abrió sus ojos e hizo una mueca de incomodidad. 


No sé que cruzaba por mi mente en ese momento pero le confié a una desconocida florista un amargo recuerdo que no le incumbía. Froté nerviosamente mi brazo y sin poder formular una oración entre mis labios, avancé hacia la puerta.


—¡Espera! ¡No te vayas! —Gritó mientras me alcanzaba y sostenía mi brazo.

—¡Que vergüenza, lo siento! —Dije mirando al suelo. Ella tomó mis hombros e hizo que volteara a verla.

—¿Aún sientes algo por ella? —Preguntó directo y sin chistar.

—Yo… ¿eh? No lo sé —dudé. Realmente no entendía lo que estaba sucediendo—. Probablemente.

—Ven. —Me tomó de la mano y me jaló al mostrador. De ahí buscó en sus cajones y sacó lo que parecía ser un catálogo de productos y arreglos. 


Yo seguía confundido pero abrí el catálogo y quedé fascinado con los arreglos florales que Abril ofrecía como servicios.


—Deberías de escoger algo para ella y enviárselo. ¿No lo crees? —finalmente dijo para sacarme de toda duda de sus intenciones—. 

—¿Crees que sea prudente? No es que tengamos mucho contacto realmente. Terminamos bastante bien pero sé que ambos hemos estado en procesos para seguir adelante.

—Es porque quiero que me compres, claro —soltó una risa—. Es broma pero se ve que es un tema que aún te duele todavía. 

—Más que dolerme, me hace recordar. —Sostuvimos la mirada un poco pero rápido la desvié intimidado.

—¿Seguro? —Dijo muy seria buscando mis ojos pero me fue imposible hacer contacto.

—¡Agh, está bien! —me quejé—. Puede que me duela un poco.

—¿Y sabes por qué? —Me animó a buscar dentro de mí la respuesta.

—Duramos un poco más de dos años juntos y otro más de coqueteos y siendo amigos en lo que descubríamos qué sentíamos por el uno y el otro. Y en ese tiempo jamás hubo reclamos por no darle flores amarillas. O sea, la serie tiene años de haber terminado su transmisión y justo el último año que estuvimos juntos, hubo reclamo —dije con enojo—. ¡Y entre esos reclamos mencionó cosas hirientes que no quiero reclamar pero yo era feliz por ser un novio cariñoso, detallista, que la apoyaba pero sus palabras fueron suficientes para sentirme indigno! ¡Y todo por unas flores amarillas!


Finalmente lo dije. Mi enojo salió de alguna manera en el último aliento que salió al decir esas palabras. Unas pequeñas lágrimas comenzaron a salir y caer por mis mejillas. Abril solo colocó su mano en mi hombro.

—¡Oh, pobre! —Solo pudo decir.

—Está bien —limpiando un poco mis lágrimas—. No me gusta llorar.

—Todos deberían llorar de vez en cuando. No por ser hombre, deberías limitarte. —Aconsejó.

—No es por eso —dije aspirando un poco el flujo nasal que ya sentía bajando por mi nariz—. No me gusta llorar en general. La nariz se me tapa y tardo mucho en poder respirar después. 


Volví a hojear el catálogo de Abril. Ambos estábamos en silencio. Finalmente había un arreglo bastante hermoso de gerberas. “¿Será esto lo correcto”, pensé.


—Tal vez sí se merezca unas flores amarillas. —Rompió el silencio.

—Sí —dije sin pensar—. Se merece unas flores amarillas.

—¿Quieres que forme el arreglo? —Dijo dubitativa.

—Se merece lo mejor del mundo sin duda —comencé a filosofar—. Perdón, no sé si tengas que aguantarme…

—Adelante. Desahógate como se debe. —Me interrumpió sonriendo.

—Ella fue un momento único e increíble en mi vida. Jamás negaré que disfruté muchísimo aquella etapa desde el día uno hasta el final de nuestra relación. La amé con locura, la consentí lo mejor posible como mi ser me lo permitió  y —me sonrojé un poco—. También le hice el amor con pasión. Tuvo lo mejor de mi, pero ahora se merece algo mejor de lo que yo pude darle con todo mi ser.

—Tienes razón. También tú mereces lo mejor, ¿lo sabes, verdad? —Me dijo.

—Sí, y no dejaré que ese pensamiento salga tan fácil. —Regresé un par de páginas al catálogo y escogí el más bonito arreglo de girasoles que vi.

—¿Ese es el que quieres? —Preguntó satisfecha con mi elección. Asentí con seguridad. Ella caminó a la entrada y colocó el seguro a la puerta.

—Ha sido una tarde sin duda muy interesante pero ya es hora de que cierre —me dijo—. Ven, vamos atrás para que nadie nos vea y quiera más arreglos de último momento. Te haré el tuyo.


Sonreí y sujetando aún el catálogo, cruzamos la puerta del almacén para encontrarnos con una sala bastante grande con un delicioso aroma a todas las flores que se encontraban ahí. Ella caminó a una mesa enorme que tenía en el centro y mientras escogía girasoles, algunas ramas verdes para contrastar el arreglo y unas flores blancas pequeñas con forma de nubes, un pensamiento cruzó por mi mente. 


—¿Puedo recorrer tu almacén? —Pedí permiso.

—Claro que sí —me guiñó el ojo—. Estaré algo concentrada, ¿vale? Tardaré unos buenos veinte minutos.

—Perfecto. —Asentí con la cabeza también.


Abrí el catálogo nuevamente y busqué algo que llamara mi atención. “Esto será perfecto”, me dije al encontrar el ramo perfecto. Caminé por todo el almacén buscando cada cosa que necesitaba para crear dicho ramo. Nubes, hojas verdes, la base del ramo y por supuesto, girasoles.


Abril estaba súper concentrada en mi arreglo, así que jamás notó lo que estaba haciendo. Era la primera vez que hacía un ramo, obvio el catálogo no traía instrucciones, solo mostraba un producto finalizado así que tenía que ingeniármelas para crearlo con mi destreza.


Así pasaron veinte minutos y terminé mi ramo de girasoles. Volteé a ver a Abril pero ella seguía con su nariz metida en el arreglo. Rápido busqué un jarrón y comencé a verter agua, solo un poco para que la base de mi ramo pudiera hidratarse lo suficiente. Coloqué cuidadosamente mi ramo, le hice unos toques finales y discretamente fui a colocarlo en su mostrador. Para mi suerte encontré las tarjetas que Abril seguramente usa para colocar mensajes en sus arreglos, así que tomé una junto a un bolígrafo y escribí. “Espero no le moleste que haya hecho esto”, pensé para mí. Como un niño pequeño al terminar una travesura, regresé jadeando con Abril.


—¿Dónde estabas? —Preguntó preocupada.

—¡Ah! Escuché un ruido y fui a ver lo que podría haber sido —mentí—. Pero no encontré nada.

—¡Oh! Gracias, debí haber estado súper concentrada. Perdón si me tardé más del tiempo que te dije, pero —agarró aire—. ¡Terminé!


El arreglo era muchísimo mejor de lo que esperaba. La fotografía del catálogo no le hacía justicia. 

—¡Muchas gracias, Abril! —Dije sacando mi cartera y dándole un billete de doscientos pesos.

—Deja te doy tu cambio. —Caminó hacia la otra habitación pero rápido la detuve.

—¡Así está bien! Por tu tiempo y por escucharme todo este rato —dije mientras la regresaba conmigo—. En serio muchas gracias.

—¿Seguro? No tardo nada en darte tu cambio. —Me vio dudosa.

—Muy seguro —dije apresuradamente—. Es más. Deberíamos ya irnos. Te he quitado mucho tiempo.

—Bueno, en eso tienes razón —se relajó y fue por su bolsa—. Gracias por pasar la tarde conmigo. Fue todo un rueda de la fortuna de emociones. 

—Gracias a ti por aguantarme. —Sonreí y finalmente suspiré. Este suspiro sentí que un mundo de emociones dejó mi cuerpo y reí un poco.


Ella rió también y salimos por la puerta trasera de la florería. Me dio un beso en la mejilla y me deseó suerte con mi entrega del arreglo. Caminamos por caminos opuestos mientras el atardecer coloreaba el cielo y el camino a casa.


Al llegar a mi lugar, coloqué gentilmente el arreglo en la mesa. Mi gato, el señor Malvavisco, subió a dicha mesa a recibirme y por supuesto, olfatear el nuevo objeto que adornaba mi mesa. “¿Sabrá Abril que realmente el arreglo que hizo era para mí? Continué con mi rutina de la tarde hasta que finalmente fue hora de dormir.


Al día siguiente, apurado, alcancé a duras penas el metro subterráneo. Las puertas automáticas casi me dejan fuera del vagón pero afortunadamente, este se encontraba casi vacío, así que pude escoger dónde sentarme.


Escuchaba la misma música que escuchaba mi “yo” adolescente pero la notificación en mi móvil hizo que revisara la pantalla. “+525513145890 ha mandado un mensaje”, se leía. “¿Quién podrá ser?, pensé. Saqué mi móvil para leer el texto.


“Eres un tonto, un grandísimo tonto pero dulce. 🥰 Muchas gracias por regalarme mis flores amarillas. 🤩 No puedo creer que hayas hecho el ramo de girasoles que más disfruto realizar y por supuesto, mi favorito. Sí que aprovechaste bien el tiempo que estuve concentrada haciendo tu arreglo. ¿Le gustó?🤔 Soy Abril, por cierto.😋”


El texto venía acompañado de dos fotografías, una era su mostrador junto al ramo que le hice. La segunda fotografía era ella junto al ramo en el florero. Sonreí y le mandé la foto del señor Malvavisco oliendo los girasoles del arreglo.


“Que bueno que te gustó la sorpresa que te dejé. 🤭 Lo siento si tomé una tarjeta para dejarte mi número de teléfono. 😅 Y respondiendo a tu pregunta… Sí, me gustó el arreglo. 😆No escogí el arreglo para ella, lo hice para mí, para darle color a mi casa como dijimos.🥰”

 

Envié el mensaje de texto y a los pocos segundos recibí respuesta de ella.


“Tuve mis sospechas al verte cambiar las gerberas por los girasoles.😂Creo que una parte de mí sabía que no serían para esa persona de tu pasado, así que me esforcé más con los detalles para la nueva persona afortunada. 😅”


Mientras leía el texto anterior, me llegó otro mensaje de ella.


“¿Nos podemos ver a las 5? 😳"


Mi corazón se detuvo por un momento y yo hice más que sonreír y contener las posibles mariposas que empezaron a revolotear en mi estómago.


"Sí."


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