Viaje 15 | Una montaña rusa en la vida

 


Quería nombrar esta entrada "Viaje sin número" pero al final decidí enumerarla conforme a la serie que todavía pienso continuar. ¡Vaya! Sí que dejé de lado un poco este blog, sin duda han pasado muchísimas cosas, pero una cantidad de ellas que al final no sé cómo comenzar, pero lo más importante que me gustaría compartirles para esta entrada, sería la siguiente...

La vida es una montaña rusa. Una montaña personalizada y dependiendo de cómo tiene preparado el destino pues son las subidas y bajadas, la velocidad, las curvas, etcétera. Desde inicio de año planeé mis vacaciones, aproveché una barata y buenos precios para comprar vuelos a Puerto Vallarta e irme a la muy esperada boda de mi amigo Panqué con su amada Itziar. Tengo que agregar que estas vacaciones son las primeras vacaciones (laborales) de mi vida. Sí, he trabajo en otros lugares en mi pasado, pero por equis o ye, jamás pude tomarlas y estas que fueron planeadas justo después de que Panqué nos confirmara fecha oficial de su boda, pues bueno, la fecha en sí se me hizo súper lejana, inicios del 2021 justo después de un eterno y caótico 2020. 

Pero ahí fuimos, poco a poco el deseado 30 de Octubre del 2021 se acercaba. Mi novia meses antes empezó a ver su vestimenta, que fue casual formal de playa. A mi me habría gustado que mis amigos cercanos y yo fuéramos vestidos iguales pero como buenos hombres dejamos nuestra vestimenta a tan solo un par de días de la boda y nos fuimos cada uno a nuestra manera. El resultado fue bastante bueno.

Debo retroceder un poco en el tiempo y antes de hablar de lo precioso que fue la boda. Como dije, la vida es una montaña rusa y aquí viene una parte que es difícil experimentar y seguramente me costará trabajo escribir. El mes de septiembre fue el cumpleaños de una de mis cuñadas, la mayor para ser específico. Jamás la juzgué y trataré de no hacerlo, pero ella fue una persona algo, no sé, interesante y complicada y tal vez sencilla en su manera de ser. No me malinterpreten, no quiero que se interprete de una manera distinta a lo que va saliendo de mi cabeza. Ella, Verónica, siempre me trató bien y las pocas veces que platicamos fueron pláticas muy agradables, compartimos algunas risas y anécdotas. Siento que su vida fue algo complicada por el simple hecho de lo que vi acerca de ella, en general el miedo a probar cosas nuevas no la dejaba descubrir justo eso, nuevas experiencias. Ella siempre me hacía pensar que el miedo nos detiene muchísimo, nos impide pues justo eso, vivir más, aventurarnos.

¿Tú que estás leyendo esto, qué es eso que has querido realizar, probar, comer, decir pero el miedo te lo impide? Su familia le habría gustado despertarla de esa burbuja, y créanme, me habría encantado verla salir y descubrir ese mundo de colores que tanto le daba miedo. El día de su cumpleaños fue la última vez que la vi sana, contenta, rodeada de su familia y llena de color, felicidad; el 23 de Octubre lamentablemente falleció por COVID. Así es, por el virus que tanto nos ha estado azotando desde el año pasado y que tristemente se ha llevado a muchísimas personas y contagiado a diestra y siniestra como no tenemos una idea. Me dio muchísima tristeza la noticia, la situación. Cuando Verónica nos avisó que estaba contagiada, nos preocupamos todos por supuesto pero yo siempre me dije que "todo estaría bien". Ahora que leo esa frase, realmente me siento muy ingenuo, un mentiroso pues tanto a mi novia como a mi otra cuñada se los decía a cada rato cuando mencionaba que existía la posibilidad de su fallecimiento y, obvio, tenían miedo. "Todo estará bien", siempre, maldita sea siempre se los dije y ahora que escribo esto me siento muy mal, literal como un mentiroso.

Ese sábado en la mañana desperté porque Moka, mi gata, comenzó a exigirme en su gatuna manera que quería desayunar. Realmente no es por el hambre sino porque le doy alimento húmedo lo que ocasiona que siempre me despierte por las mañanas. Le serví como de costumbre, entré al baño y revisé mi celular previo a volverme quedar dormido. Mi cama estaba vacía, mi novia se estaba quedando con su mamá y su otra hermana, todas estaba aterrorizadas pues justo un par de días antes Verónica tuvo que ser internada de emergencia, justo cuando me enteré de su hospitalización sentí pánico, pues la enfermedad la consumió muy rápido y cuando leí el mensaje ese sábado por la mañana  "Nos acaban de informar que Vero falleció", instintivamente llamé al celular y todo estúpido, incrédulo, pensando y creyendo que seguía soñando. Escuché la voz de mi novia, toda apagada, sin ánimos... No, no estaba soñando.

Fue una semana muy difícil, nosotros viajábamos a Puerto Vallarta justo el 27 de octubre, y la situación no era muy animada. Yo tenía el compromiso de la boda y mi novia (muy adentro de ella) no quería dejar a su familia así. Los primeros días fueron duros como dije, y muy en contra de mis creencias fui a las primeras dos de tres misas que rindieron honor a Vero. Nadie me obligó, aclaro, no soy simpatizando de la iglesia, pero acepto que justo las palabras que dio el Padre, estuvieron muy acordes a lo que la familia estaba pasando y, creo yo, oportunas. Los restos, las cenizas en específico, están ahora mismo en la casa de su mamá, rodeada por flores, velas y una fotografía donde luce su mejor sonrisa. El 27 de octubre llegó y ambos volamos a Puerto Vallarta, ambos en mente de lo que acabábamos de vivir apenas hace unos días pero con la disposición de disfrutar y divertirnos.

Llegamos a Guadalajara, para mi mala fortuna no existen vuelos directos a Puerto Vallarta, pero la misma fortuna nos sonrió y fuimos a comer a unos de mis lugares favoritos de toda la ciudad: Menesteres. Un restaurante temático de Harry Potter, propiedad de un viejo amigo de la universidad y desde que lo abrió hace ya un par de años, cada que voy a la ciudad trato de ir al menos a beber una hidromiel bien fría. Esta ocasión no fue la excepción, además de que mi novia sentía una curiosidad por el lugar, quedó fascinada por el lugar, le tomé muchísimas fotografías vestida con su túnica de Ravenclaw en la sala común y otras tantas en el andén nueve y tres cuartos. 

Para el postre fuimos a un lugar nuevo para ambos, Neko-hi Café, el lugar perfecto para un café y convivir con gatos. Quedamos fascinados y gorditos de tanta tragadera, a nada de robarnos un minino que no parecía mayor a dos meses de edad, pero el tiempo ya estaba encima y viajamos el resto del día en camión a Vallarta, un viaje tranquilo, cansado pero ameno.

Yo tenía desde marzo sin ver a mis papás, y en cuanto los vi les di el abrazo más apretado que mis fuerzas rindieron. Se encuentran más delgados, pues el COVID también les afectó muchísimo provocando daños en pulmones y que bajaran muchísimo de peso. Afortunadamente están sanos y siguen cuidándose y realizando sus ejercicios de recuperación. Al día siguiente de nuestra llegada, fue día de compras y teniendo en mente ya el cómo quería vestir para la boda, fuimos directos a buscar la vestimenta y debo decir que jamás me había sentido tan elegante en mi vida. Un pantalón negro, zapatos y cinturón café y una camisa de vestir color rojo tinto muy claro adornado con un moño igual rojo tinto pero más oscuro junto a un vestido largo morado, zapatos y bolsa color nude y una hermosa novia fueron parte del engalanamiento del día 30 de octubre.

Como dije en párrafos anteriores, la boda fue preciosa. El novio iba muy galán junto a su también muy hermosa madre y poco después la novia con un vestido blanco, muy bonito y una sonrisa que no cabía en su rostro acompañada de su padre, elegante y feliz por su hija. Ese día, junto a los anteriores, en sí todas mis vacaciones fueron días de reencuentros con viejos amigos de la universidad. Risas, viejas anécdotas universitarias, presentaciones oficiales de las parejas (incluida la mía) y una comida deliciosa. El brindis por parte de un amigo de la novia llenaron de risas la noche y el primer baile por parte de Panqué e Itziar fue el toque romántico que necesitaba esa noche. 

Cuando los vi bailar comencé a recordar nuevamente las anécdotas universitarias, de los juegos de cartas, trabajos; el hecho de verlo ahí con su amada, me hizo muy feliz. Haber tenido la fortuna de verlo crecer, formarse, batallar y triunfar hasta llegar a la pista de baile, felices los dos. Fue una sensación que creo que volveré a sentir si algún amigo cercano se casa. Aquí debo recordarles y volver a mencionar que odio bailar, siempre lo he hecho y una vez hace años que lo intenté por convivir fui juzgado por mi manera de bailar. Pero esa noche dije "chingue su" jamás tendré la oportunidad de bailar junto a mis amigos y en ese momento me quité años de rechazo al baile, extendí mi mano a mi novia quien sorprendida me preguntó "¿es en serio? y yo afirmando que "sí", mientras los novios en la pista estaban animando a todos los invitados a subirse a bailar con ellos, corrimos y comenzamos a bailar. Bailé como nunca, reí como nunca, viví como nunca...

Bailé junto a mi amada, junto a mis amigos cercanos y amigos no tan cercanos pero que de todas maneras estaba más que feliz de verlos y estar compartiendo la felicidad de nuestros amigos. Ya quiero ver las fotos que nos tomaron, el video final de la boda pues sin duda alguna es un recuerdo que jamás olvidaré y siempre quiero tener presente en mi mente. Todavía días después nos encontramos en un bar a cenar previo a nuestro regreso a casa, la semana de vacaciones estaba llegando a su fin y justo el 3 de noviembre teníamos que estar ya de regreso. Esa última noche seguimos la sugerencia de la novia de mi amigo Frank de ir a un karaoke, y Julio recomendó uno (no muy bueno al final de todo) pero la cantada que dimos esa noche nadie nos la quitará. La despedida fue dura, no sé hasta cuando volvamos a estar reunidos, seguramente hasta la boda de Frank o si Julio tiene la fortuna de encontrar a la indicada y amarrarla con un anillo en el dedo para jamás dejarla ir, o antes espero yo.

El 2 de noviembre fuimos a desayunar delicioso, caminamos y compramos unos detalles para traer de regreso. Justo esa noche recibimos un mensaje algo perturbado por parte de la hermana de un amigo, Chubaca...

Verán, el 15 de octubre Chubaca fue hospitalizado en Vallarta. Todos nos preocupamos y apoyamos a su novia Paty para sacarlo adelante. Ella en publicaciones en facebook nos agradecía a todos y mantuvo de cierta manera al pendiente de noticias respecto a la salud. Sabíamos que estaba bien, pero al ver esa publicación de la hermana de Chubaca nos preocupamos cabrón. A pesar de todo este tiempo, nadie sabía (al menos no quisimos preguntar cuál era la razón de la salud frágil) y pues por respeto simplemente en general, era nuestro amigo y sabíamos que estaba delicado. Pregunté esa misma noche a Paty y ella me contestó que estaba delicado nuevamente y querían moverlo a otro lugar. Con lágrimas contenidas mandé mis mejores deseos, vibras, energías, a Chubaca, todavía traté de mantenerme firme y recuerdo que hasta le platiqué a mi novia en el camión de vuelta a Guadalajara una anécdota que siempre Chubaca y yo recordábamos con grandes carcajadas. Uno de los mensajes que me mandó Paty era que recordáramos todas las aventuras para que esa vibra llegara, sin querer eso hice pero con la mejor intención. El 3 de noviembre desperté a unos cuantos minutos de llegar a la terminal de Zapopan, Frank mandó al chat grupal la publicación de Paty dando la peor noticia. No me gusta llorar en general, por muy liberador que pudiera ser siempre me lleno de mocos y eso no me gusta, incluso al leer la noticia traté de guardarme las lágrimas, mi novia se iba despertando de igual manera y no recuerdo mucho a detalle, pero creo que aparté mi celular, volteé hacía ella y le dije: Chubaca se murió. Ella no supo que hacer y pegó su cuerpo al mío. Todavía faltaba una hora de camino para llegar a la otra terminal. Fui revisando publicaciones de otras personas y amigos, recuerdos, fotografías, videos para honrar a mi amigo Chubaca.

Christian David Peña Castro era su nombre, y aún me duele tu partida, cabrón. Me duele no haberte visto desde antes, incluso previo a mi mudanza, no sé carajo. Y luego escogiste a mala gana el mes de noviembre, cuando Pablo también se nos fue a pintar los más bellos atardeceres. Sé que están juntos, sea cual sea la religió que hayamos practicado sé que están juntos, con sus caguamas, bebiendo, pintando, "parlando" y riendo. Perdón por no ir a tu velorio, a tu misa días después, pero gracias por las experiencias y anécdotas juntos. Cabrón, te voy a extrañar muchísimo y aún hoy en día sigo soltando lágrimas por ti.

Como dije y repito, la vida es una montaña rusa. Podemos estar felices y de la nada deprimirnos, tener miedo y dejar de hacer cosas por al pánico. Aún recuerdo a Verónica y sé que fue feliz, tranquila, claro que me pone triste todavía su partida, pero sé que ahorita ella está en un mejor sitio experimentando algo único y que eventualmente a todos nos sucederá. Así como Chubaca, nos esperará con su caguama donde sea que nos toque ir cuando nuestro cuerpo se rinda ante la vida, ellos, los que partieron antes y según dicen que es porque su misión en esta vida ha sido concluida, nos estarán esperando, nos recibirán y guiarán por el siguiente camino.

Por eso momentos como la boda de mis amigos Panqué e Itziar es que los recordaré con muchísimo amor y alegría. Fui completamente feliz aquella noche y sé que todos lo fuimos, en conjunto, de una manera colectiva que nos olvidamos de nuestros problemas, los momentos duros que pudiéramos estar viviendo, sintiendo, pasando por justos esos momentos. Fuimos felices y al menos yo lo supe, lo sé y, después de todo lo que he escrito este día sé que debo seguir buscando esos momentos felices para llenarme de alegría y así sacudirme la tristeza que pudiera tirarme. 

El miedo a vivir nos impide hacer cosas nuevas pero aún así podemos disfrutar las cosas que tenemos. Quiero que esa sea la enseñanza que Verónica me dejó en el poco tiempo que nos conocimos; sí, ella vivió su vida a su manera y como dije sé que fue feliz y tal vez ella haya querido experimentar otras cosas pero, ella misma decidió que no por equis o ye razón. Ella aún fue feliz, porque nunca estuvo sola, volteaba y veía a sus amigos, a su familia, a su Dios. Repito, el miedo a vivir nos impide hacer cosas nuevas pero aún así podemos disfrutar de las cosas que tenemos. La enseñanza que creo que Chubaca nos dejó, no solo a mí sino a varios, es la lealtad, la amistad y que jamás quitemos el dedo del renglón en lo que queramos hacer. Los verdaderos amigos estarán ahí siempre. No importa que uno esté en el otro lado del planeta pero estarán ahí. Chubaca vivió su gran sueño, fue feliz y siempre fue humilde y agradecido, y a pesar de que viento y marea lo tumbó, siempre se levantó y jamás quitó el dedo del renglón en lo que quiso hacer. Para mi lo logró, eso y más. 

La boda de mis amigos fue hermosa, me llevó en mi memoria un hermoso recuerdo y, durante la pista de baile de aquella noche, entre el "boom" y "perreo" de canciones que me disgustan, aprendí que debemos disfrutar a nuestros amigos. La vida es una montaña rusa, pero si la estás recorriendo con amigos, pareja, familia, uno aprenderá a disfrutar esa montaña rusa, aunque no nos guste la adrenalina y tengamos miedo a las curvas rápidas, no estamos solos, estamos rodeado de gente que nos quiere y nos desea el bien.

Esa es la enseñanza que quiero que te lleves el día de hoy.


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