Golpes de realidad IV | Enterrando héroes

Platicando con mis amigos, los mejores que tengo, bromeando, analizando, divirtiéndonos, de repente caes en cuenta que, eres feliz rodeado por ellos y no quieres que nunca acabe esa sensación, la felicidad de brindar con los mejores hombres que has conocido. Entre plática y plática, y, en el aniversario de la muerte de uno de mis héroes, Stan Lee, llegué a una idea que apareció espontáneamente en mi cabeza:

En un momento de nuestras vidas, nuestros héroes morirán y nosotros quedaremos en un mundo solitario, sin estas figuras a quien seguir; sólo quedarán sus legados, sus enseñanzas y esa chispa de querer seguir los pasos de nuestros héroes caídos. 

Seguimos creciendo, y nuestros héroes también. La vida seguirá avanzando, con ellos y sin ellos. ¿Qué nos depara de una vida sin ídolos? ¿Triste, vacía, menos heroica? Sí y muchas emociones deprimentes más; pero realmente seguimos a los héroes por sus ideas, sus acciones en momentos críticos de la vida; por cómo pelean las batallas contra sus más grandes enemigos. Los admiramos porque nos reflejamos, aunque sea una pequeña parte, en estos ídolos. Y es nuestra decisión convertir esa vida deprimente en una vida que valga la pena ser heroico. 

Nuestros héroes caen, después de todo, son humanos, mortales. Pero sus ideas, enseñanzas, durarán hasta que uno deje de honrar a los héroes caídos y con el tiempo mostrarle a otros eso que pregona. Pero, ¿seremos capaces de llenar el vacío que dejaron en el mundo? No nos estamos convirtiendo en el reflejo de nuestros ídolos. No, sólo adoptamos y practicamos todo por lo que nuestros héroes murieron y lucharon, para convertirnos en algo, alguien, mucho mejor: Ser el héroe de alguien más. 

Se un héroe. Conviértete en el héroe de alguien más.