El anillo de invisibilidad

China III by KatherineOuWang

La entrada al palacio estaba muy protegida. Habían colocado una muy buena cantidad de guardias, los cuales estaban estratégicamente colocados en cada posible entrada; sin embargo, para mí sería algo bastante fácil, después de todo, un ninja tiene sus trucos y sobretodo, mucha habilidad.

Existía una entrada, justo en lo alto, la ventana de la única habitación, la gran ventaja de una ventana solitaria es que el palacio no tiene guardias por fuera, sobre, literalmente, la construcción de este. Ayudado por la noche, me acerqué sigilosamente, evitando a cada guardia del amplio patio. Me ocultaba, caminaba, esquivaba; hasta que por fin llegué al palacio. Ayudado de mis talentos, escalé con cuidado, evitando las ventanas y de sus posibles guardias custodiando. Escalaba, pie tras pie, —¡Maldición!—-. No recordaba que el palacio estuviera tan alto; el sol comenzaba a pintar el cielo de sus naranjas y azules. Aceleré mi escalada, hasta que por fin llegué.

Me asomé lentamente por la dichosa ventana. Todo libre, entré y me vi rodeado de esculturas. El nivel de detalle de las piezas era asombroso, las poses y muecas eran tan reales, sin duda eran verdaderas obras de arte. Seguí recorriendo la habitación, hasta que di con mi premio: un pequeño alhajero de madera de ébano, pintado tenía el sello de la dinastía Hon. La abrí lentamente y ahí estaba, el legendario anillo del emperador Kinku. Sonreí y lo coloqué en mi dedo anular. Cerré el alhajero y con cuidado, caminé a la ventana por donde entré; sin embargo, me sentía pesado, cada paso comenzaba a costarme trabajo; me sentía tieso y acompañado de un sonido rocoso; vi al suelo y mis piernas estaban cubiertas de roca, y, como infección, la roca comenzaba a cubrir mi cuerpo. Miré el anillo, mi mano ya estaba cubierto de piedra pura. La respiración comenzaba a dificultarse, mi rostro endureció, y todo oscureció.

—¡Vaya, vaya! ¿A quién tenemos aquí? ¡¿Un ninja?! ¡Espléndido! Una escultura más a mi colección. Sin duda haber regado la noticia falsa de un anillo que te hace invisible, me trajo a una buena presa. ¿Ahora qué rumor diré? ¿O, qué quiero añadir a mi colección? ¡Bah! Lo pensaré después.— El hombre misterioso quitó el anillo con extremo cuidado, y lo colocó con delicadeza dentro del alhajero de ébano.

Comentarios

Podría interesarte