Viaje 14 | Yo te aseguro que no te vi


Salí de la gasolinera comandada por puras mujeres, es un concepto que creo que ya había mencionado en una anécdota anterior, y como tal, la curiosa y diferente manera en la que conducen aquí; y por si no lo leíste, bueno, aquí manejan con un concepto básico: Manejo porque puedo y me paso, cruzo, como pueda.

Habiendo dicho lo anterior, salí de la gasolinera y me incorporé al carril izquierdo de la avenida, una avenida muy amplia de cuatro carriles con acotamiento, claro, sin marcar. Mi destino era ir por mi novia a su trabajo, el cual quedaba al lado contrario de donde me guió la salida de la gasolinera. Pensé en dos opciones para regresarme: La primera era tomarlo con calma, dar vuelta a la derecha en la siguiente calle e irme por una calle más arriba y salir a un par de semáforos del trabajo. La segunda forma, era algo temeraria realmente y requería que no viniera tanto coche de frente como de atrás mío. Así es, una técnica prohibida por los sonorenses (según el tránsito que me hizo el examen de manejo escrito cuando intenté sacar mi licencia local): Una vuelta en U. Aprendí que hay lugares donde se puede dar vuelta en U de manera legal. Hay lugares que de plano no se puede. Bueno, en plena avenida estaba mal lo que quería a hacer.

Me fui despacio, siempre cuidando el frente que para mi fortuna no venía nadie y, atrás, venían muy lejos. Me animé, revisé nuevamente y me cersioré que efectivamente podía dar vuelta en U. Del carril izquierdo me pasé al carril central pero, ¡oh, sí! PERO una única luz salió en mi espejo. Rápido maniobré para regresar a mi carril pero era demasiado tarde. El motociclista impactó en la facia de mi carro y derrapó ocasionando que este saliera y diera no una, sino dos vueltas y cayera boca abajo. En chinga encendí las intermitentes y agarré el teléfono para marcar al 911. Me acerqué rápido y pregunté si estaba bien y le pedí que no se moviera.

Emergencias contestó y adivinó el lugar donde sucedió el accidente, porque a mi se me olvidaron los nombres de todas las calles por el nerviosismo que sentía. Afortunadamente y por azares del destino, una cruz roja iba cruzando por la avenida y se regresó para auxiliar al caído.

Mis nervios se notaban aún más cuando no podía marcar correctamente a mi seguro. Para cuando lo logré, un oficial de tránsito llegó e hizo su chamba y después de colgar con mi aseguradora, moví el carro. OJO: no debemos moverlo pero si el tránsito lo pide, debemos obedecerle, yo tomé fotografía en caso de que algo sucediera.

Para ese momento, ya se me había asignado la culpa. Y está bien, fue mi culpa, aunque jamás admití que quise dar vuelta en U y solo me limité a decir que quería incorporarme al carril central, y es la mera verdad. Mi ajustador ya venía pero para ese momento avisé a mi chica del accidente y que me alcanzara con cuidado por supuesto. El tránsito, muy amable por cierto, me dejó caer la bomba. Que según su artículo número ochenta y dos, me tenía que multar por no predecir lo impredecible. Casi me carcajeo en su cara. Acepté, y me imaginé una multa parecida a la de Nayarit... ¿¡4000!? Asi es, seguramente internamente hice una cara parecida a la tuya. Y para darle más sabor al momento, por ser foráneo, tenía que ir a pagar la multa en ese mismo momento (después de la chamba del ajustador) y que si no tenía dinero, el carro se iba a quedar en consignación.

La verdad, tomé la situación más la noticia de la multa y sus posibles consecuencias de manera muy calmada. Mi novia ya había llegado a la escena del accidente y me brindó apoyo moral. Aunque por una equivocación por parte de mi ajustador me puso la piel blanca, pues mi seguro tiene cobertura amplia y este señor anotó el 5% del valor de las piezas para el deducible. OJO: cobertura amplia mis queridos lectores, su cartera se los agradecerá y se evitarán problemas mayores.

Bueno, después de recuperar el color, un mazapán de chocolate y que la grúa se llevara la moto, era momento de ir a pagar tremenda cantidad de dinero por ocasionar un accidente. Entre mi novia y yo teníamos ahorrado otra mensualidad de la renta y pues tuvimos que pasar al banco y sacar mis ahorros y nuestro ahorro. Entre plática mi novia pensó en sobornar al oficial. Yo nunca lo he hecho, me enoja, soy malo sobornando y prefiero pagar la multa. Pero la cantidad era excesiva, y lo consideré. Me sentí mal y ella lo sabía así que con todo y las anécdotas locales de que el oficial de tránsito te detiene antes de llegar a su comandancia y te pide el soborno. Bueno, este tuvo su oportunidad cuando fui a sacar el dinero antes de ir al destino final. Y aun así, prefería pagar el total. 

El tránsito siempre nos siguió y al llegar a la comandancia mandó a mi novia a que se fuera a sentar lejos. Me dijo que a él le gustaría hacerme una multa de menor cantidad para ayudarme, y así, sin vacelina, me pidió mil pesos, para el pagar la multa, o sea, darle al juez su mochada y el se quedara con otra parte. Me tuvo que repetir muchas veces para que me quedara claro que yo ya no tendría problema alguno y que solo me costaría una cuarta parte de la multa original. Yo saqué la cartera en ese momento y el nervioso me dijo que aguantara, no frente a mi novia (ella después me dijo que le iba a ofrecer dinero para dejarnos ir). Discretamente metí los billetes en su casco, le tomé foto a los documentos que él llenó, le pregunté su nombre y le agradecí la amabilidad. El se subió a su moto y se fue. 

Quiero confiar en que hará lo que me dijo o al menos, yo no tendré problema alguno. Y, mientras escribo esto, me quedé pensando en que a la mera hizo lo que hizo solo por ser foráneo. ¡Claro, lo mareo que trae documentos y placas de otro estado y le saco al menos mil pesos! Al cabo que el pendejo le dijo que el dinero no era problema para él. Y sí, me vi muy inocente al decirle eso cuando él oficial hizo hincapié en que si no pagaba, me quitarían el carro. 

Al retirarnos de ahí, confieso que me siento mal en haber participado en un acto de corrupción. Soy de los que más critican eso, y me enojaba muchísimo cuando en infracciones anteriores, los tránsitos mismos me sugerían dar la clásica mordida. Como dije, siempre pedía mi multa, tal vez por orgullo, tal vez porque es lo correcto. 

Pero pagar dicha cantidad era demasiado, un golpe a la economía de mi novia y mío. Sí, por fortuna teníamos el dinero pero nos habríamos quedado muy mal el resto del mes. Mi novia dice que el accidente fue una señal del universo, posiblemente o un pequeño equilibrio entre lo bueno que me ha pasado como que por fin tengo mis runas para practicar y poder conectarme a esa parte del universo, o como una tarde muy rica encerrados en el aire del minisplit previa después de comer y una jornada clásica del lunes, o que por fin gané un battle royal solito en Warzone. 

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