Sucedió en la montaña

El accidente no dejó más sobrevivientes, sólo a mi esposo y a mí. El fuego consumió lo que quedó del avión, no sé realmente en dónde quedó la otra parte de la nave. Nos estrellamos en una maldita montaña, en invierno, todo un cliché de Hollywood. 

Rick encontró el kit de supervivencia, antes del incendio por supuesto, aunque le costó su pierna; una varilla, no sé, pero algo le atravesó el muslo y tuve que usar todo el kit para detener la hemorragia. Lo hice pero aún así perdió mucha sangre.

—No quiero morir aquí.— Le dije a Rick, con miedo, derrotada. No sabía si la ayuda vendría o si al menos alguien sabía que estábamos aquí.
—Andrea, estamos juntos, es lo que importa.— Dijo Rick con esfuerzo, tratando de calmarme. El fuego comenzaba a consumirse, solo espero que alguien haya visto la columna de humo.

Ya pasaron cinco días y el frío no perdona. Moriremos congelados, seguramente muy pronto. Los cacahuates se terminaron ayer y la nieve no tiene un muy buen sabor realmente. Rick empeoraba, estaba hirviendo, ¡una maldita infección! Justo lo que necesitábamos. Sólo podría abrazarlo y esperar a que la ayuda viniera o morir antes de eso. Sólo lo abracé y con él, la esperanza de despertar.

—Andrea… Te amo.— Su mano soltó la mía. Una semana después del accidente, Rick murió y no pude hacer nada. Lloré hasta que mis lágrimas comenzaron a quemar mis mejillas. Lo abracé para sentir su calor, el cuál aún conservaba, mi calor ahora.

El hambre me despertó. Mi estómago reclamaba comida; no sé cuánto tiempo dormí o tal vez me desmayé por la hambruna. Perdí la cuenta de los días después de la muerte de Rick… ¿Rick? Yacía muerto y el frío ya lo había escarchado, su cabello, su roja barba, su deliciosa mejilla, su… ¿exquisito dedo? Tenía hambre, no le hará falta ese meñique, ni el anular o la mano…

Vi el humo negro en la montaña. Ninguna avioneta o helicóptero puede sobrevolar esa zona así que subimos a pie toda la cuesta. Sólo espero que mi equipo y yo no lleguemos demasiado tarde.

El frío nos retrasó varios días, pero llegamos. La zona del accidente sin duda era un desastre; varios cuerpos calcinados cubiertos por la nieve, aún el aroma se podía percibir. En eso vi… ¡sangre! Bastante roja, ¡aún se veía fresca! Seguí el rastro y lo que encontré fue inhumano, un cuerpo mordisqueado y sin algunas partes yacía en una especie de refugio improvisado, sólo un animal pudo haber hecho esta atrocidad, dejar un cuerpo así de mutilado. Me acerqué al cuerpo y busqué por algún papel, su mano izquierda, específicamente su dedo mostraba una marca, ¿un anillo? Eso parecía pero no se veía por ningún lado. ¿Quién habría quitado el anillo para comer? El miedo me invadió de inmediato y caí de golpe; lo último que recuerdo era una mujer cubierta de sangre mientras sujetaba una enorme roca. Lo último que me dijo:

—Delicioso, ¡más comida!


Sergey-Ryzhkov

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