Una voz conocida gritaba mi nombre

waiting room activity by dronevil

─“Y uno aquí. Aquí sigo y seguiré para ti.” ─Susurré, me dije a mi mismo, después de verte hecha pedazos a lado de él; aquel que logró conquistar tu corazón─. «No hagas nada estúpido», me volví a decir; sin embargo, mi corazón se rompía en más pedazos cada vez que tus lágrimas se deslizaban por tu delicada piel y mi estómago se retorcía cada vez que su mano apretabas. «Sí, estoy celoso de ti maldito. Incluso al borde la muerte, atraes toda su atención, ¡¿por qué tenías que ir tan rápido?!», gritaba en mi mente, mi furia y mis celos se encontraban totalmente bajo control, solo mi rostro mostraba angustia por el destino de aquel sujeto que obtuvo el corazón de la mujer que amo.

Solo veía personas en bata cruzar los pasillos, caminaban y entraban a diferentes habitaciones; así como entraban, no tardaban en salir. Pero ninguno entraba a la habitación donde se encontraba ella llorando por él. Hasta que uno de ellos se atrevió a hacerlo, y en verdad fue atrevimiento, pues se detuvo ante la puerta cerrada de la habitación, revisó los papeles que traía en su mano y miró nuevamente la puerta cerrada, suspiró y agarró valor para entrar. De inmediato me levanté y me acerqué a escuchar lo que el doctor tenía que decir.

─Señorita, tengo los resultados. ─Ella detuvo un momento el llanto para poner atención total al doctor─. Me temo que no son buenas noticias. Su, novio… - dudó, - necesitará un trasplante de corazón lo más rápido posible. ─Terminó de decir y esperó a que ella dijera algo─. ¿Es… todo? ¿Un trasplante? ¿Y qué está esperando? ─dijo entre nerviosa y emocionada, creyendo que la solución era tan sencilla; sin embargo, el doctor la observó y primero abrió la boca intentando formular una oración, pero nada salió, la cerró y lo intentó nuevamente─. “Lo… lo siento, pero a pesar de que lo meta en los primeros de la lista de trasplantes, conseguir un corazón es casi imposible. Sea paciente señorita…” ─agregó, pero fue demasiado tarde, pues soltó a llorar─. Lo siento, procuraremos encontrar uno lo más rápido posible.─ dijo el doctor y salió.

Encontré el valor suficiente para entrar a verla, a abrazarla y, por lo menos, hacer que sintiera seguridad entre mis brazos. Imposible, seguiste llorando, destrozándote poco a poco. Yo, sólo trataba de abrazarte más fuerte con cada sollozo y repitiéndome «No hagas nada estúpido».

Finalmente, la tristeza te venció, caíste en mis piernas, dormida pero aún así, soltabas uno que otro sollozo. Decidí acomodarte en el sillón donde nos encontrábamos, para que descansaras mejor. Te tapé con mi chamarra y caminé despacio por la habitación, pensando, por lo menos lo intentaba. La puerta se abrió y una enfermera apareció.

─Disculpe, los horarios de visita se terminaron hace una hora, no creí que hubiera alguien aquí, lo siento pero tendrá que salir.─ noté que no vio la presencia de ella, así que agradecí por el dato y salí. Al cerrar la puerta volteé hacia ella y me despedí de ella en silencio.

Salí del hospital y caminé hacia el estacionamiento. Pensativo, llegué a mi motocicleta y me coloqué mi casco. Me subí y encendí el motor. «No hagas nada estúpido», finalmente me dije. Arranqué y aceleré a la máxima velocidad.


Desperté, en el momento que abrí mis ojos, recordé dónde me encontraba: en la habitación del hospital donde él yacía muriendo. Comencé nuevamente a llorar; sin embargo, esta vez me sentía diferente, noté que encima traía la chamarra de mi amigo, aún percibía su aroma, me gustaba abrazarlo muy cariñosamente para poner celoso al amor de mi vida, la mayoría de las veces no funcionaba pero por lo menos recibía un abrazo de vuelta y un “No te preocupes, algún día te notará.” Me acerqué un poco a él, acaricié su rostro y le hablé en mi mejor voz, no quería que me escuchara entrecortada ni triste. ─”Aquí estoy mi vida, regresa a mi por favor. No, no quiero perderte amor.”─ Mis lágrimas seguían saliendo, y eran aún más abundantes con cada roce de mi mano a tu frente. Seguí hablándote, no sé por cuánto tiempo, pero de golpe apareció el mismo doctor que rompió la mayoría de mis esperanzas, volteé a verlo y vi algo diferente en la mirada del médico.

─¡Encontramos un donante, tenemos que prepararlo para el trasplante! ¡Rápido!─ El doctor gritó a las enfermeras que venían con él, mis lágrimas se convirtieron en lágrimas de felicidad. El movimiento fue rápido, tan pronto lo sacaron como ya habían preparado el quirófano para la cirugía.

Corrí tras ellos hasta que la entrada a quirófano me limitó. Todo lo que podía hacer era esperar y esperar. Pasaron segundos, después minutos y lógicamente, pasaron horas. Caminaba por la sala de espera, me sentaba correctamente, me sentaba de cabeza, me acostaba, la espera me hacía perder la cabeza, la paciencia llegó a su límite y sólo deseaba saber si la operación fue un éxito o no.

Al borde de perder la calma, mi bolsillo empezó a vibrar. Saqué mi teléfono y el número era desconocido; sin embargo decidí contestar.

─”¿Diga?”
─”Hola, soy yo.”
─”¡Hola!” ─saludé feliz─, “gracias por la chamarra, aún no me la he quitado.”
─”¡Me alegra que te haya servido!” ─contestó muy animado─, “te escuchas feliz, ¿significan buenas noticias? ¿Cómo sigue?” ─preguntó.
─”¡Está en quirófano! ¡Encontraron un corazón!”─ lágrimas empezaron a colorear mis mejillas, pero esta vez eran lágrimas de felicidad, de alivio, de cierta manera, de victoria. Se escuchó un silencio algo incómodo, esperé un momento, pensé que mi amigo querría decir algo más, algo del milagro que acaba de suceder. Después del silencio, un largo suspiro lo acompañó y luego agregó:
─”Me alegro, espero que ahora sí, ese maldito te respete y te trate como mereces.”─ Eso último lo dijo con un poco de rabia. Realmente no comprendía porqué, si siempre me estuvo alentando a confersarle mis sentimientos a mi chico y ser sincera conmigo misma.
─”¿Estás bien?” ─agregué.
─”Sí. Sólo espero te empiece a valorar con ese nuevo corazón.” ─Su voz sonaba muy seria, jamás lo había escuchado en él─. “Perdón, me hubiera gustado despedirme en persona, pero estoy apunto de hacer mi último viaje.”
─”¿A dónde irás? ¿Acaso me dejarás sola?”─ unas pocas lágrimas de tristeza salieron, él era mi mejor amigo y en estos momentos necesitaba a alguien que me ayudara a levantarme.
─”Tienes mi chamarra. Si te sientes sola, sólo póntela y háblame. Me tengo que ir. Adiós.”
─”Adiós.”─ El silencio se apoderó después de ese adiós. Colgué y un escalofrío recorrió mi cuerpo, una sensación se apoderó de mí. «¿Por qué siento que ya no lo veré? Tonterías, siempre regresa.»



Después de varias horas en cirugía, mi amor por fin salió exitoso en la operación. Lo dirigieron a la sala de recuperación, aunque no podía entrar aún, verlo desde el otro lado de la ventana, respirando, sin tantos cables sobre él, me calmaba.

Pasaron varios días, y mi amor aún no recuperaba la conciencia, pero el doctor lo veía más estable.

letter in the snow by loundraw
─”Cuestión de tiempo para que despierte, unos días más en cuidados intensivos y lo pasaremos a una habitación, ahí podrás estar con él”. ─ me decía muy alegre─. “Por cierto, el donador dejó algo para quien recibiera el corazón.”─ Sacó un sobre de su bolsillo y me lo entregó. La manera en la que estaba doblada me causó un escalofrío intenso, puso mi piel de gallina al mismo tiempo que una sensación recorrió totalmente mi cuerpo. Tomé el sobre y lo abrí de inmediato. La primera palabra que leí hizo que de inmediato comenzara a llorar.



“Hola bonita,

Lo sé, hice algo estúpido. Siempre me dices lo mismo y sólo una cosa he hecho bien. Jamás decirte lo que siento por ti, hasta este momento.

Eres lo mejor que me ha pasado, desde que me sonreíste y me dijiste que todo estaba bien. ¿Recuerdas? Había terminado con aquella mujer y justo me encontraste bebiendo whisky en tu bar de la muerte favorito. Cuando tocaste dulcemente mi hombro y te vi, me enamoré. Tu dulce voz me encantó y por eso ofrecí que llevaras a mi lugar, obviamente si manejaba no podría haber tenido la oportunidad de conocerte más, de enamorarme más de ti.

Los días siguientes te preocupaste por mi estado, me visitaste y me llevaste un delicioso postre de limón, «No tengo horno» dijiste, pero está hecho con cariño y mucho amor para que te levante el ánimo. Creo que te diste cuenta, pero desde ese momento nuestra amistad nació. Empecé a devolverte el favor, una flor ocasional (para recordarte lo hermosa que eres), una galleta de vez en cuando (para decirte que así como estás, eres perfecta) y una ida al cine cada tres o cuatro días (para poder calentar tus manos con las mías por el frío de la sala). 

Lo siento, pero me enamoré de ti, como te dije, hay cosas que no puedo controlar en mi, y haber caído rendido por ti fue una de ellas. Sin embargo, tu corazón pertenecía a otro, o por lo menos buscabas que él lo notara. A pesar de ello, fui un verdadero amigo y te aconsejé jamás a mi favor. Tal vez una que otra un poco a mi favor, pero quería que te dieras cuenta, que si volteabas hacia atrás, pudieras ver quién sí te quería y añoraba el estar contigo. No lo notaste y aún así, fui feliz porque tenía tu amistad y podía seguir estando contigo. 

Hasta que un día, por fin te hizo caso, y bueno, conoces el final. Todos felices (sí, incluyéndome pues tu felicidad es mi felicidad), hasta que un día se pelearon y bueno, ahora necesita un corazón. O lo necesitaba.

Perdóname si jamás te dije lo que en verdad me hacías sentir. Tenía miedo a ahuyentarte, a perderte y que nada siguiera igual, después de todo, tu amistad era lo único que me hacía sonreír.

Amor, perdóname nuevamente, pero esto que te escribo será lo último que te diré. Te quiero y no quiero que jamás lo olvides. Quiero que sepas que no tuviste la culpa de nada, las peleas suceden y los accidentes pasan. Espero tu amor sepa valorarte aún más, estoy seguro que te querrá aún más y te cuidará lo suficiente para jamás dejarte ir. Incluso, con tiempo, dedicación y mucho amor, llegará a amarte como alguna vez lo hice. Después de todo, tiene mi corazón.

Sé feliz. 


Atentamente, tu amigo.”




All tat I am by light-from-Emirates
El llanto era incontrolable, mis lágrimas inundaron mi rostro. No podía creerlo, jamás se me habría ocurrido pensar mi amigo sintiera todo esto por mi. La culpa me llenó, «¿Acaso soy la culpable de su muerte? ¡NO! ¿Lo maté? ¿Murió por mi? ¿Murió para que él viviera y yo fuera feliz?» La duda, las preguntas inundaron mi cabeza, mi mente se puso inestable. Me abracé a mi misma y sentí nuevamente su calor. «¡La chamarra! ¿Espera? ¿La llamada fue durante la operación?» Inmediato saqué mi teléfono y había un mensaje: «Fue mi decisión, que la culpa no te acompañe. Sé feliz con él bonita.» Leí el mensaje, mandado apenas hace 10 minutos, revisé la llamada pero un número desconocido fue quién marcó. Abracé aún más la chamarra y pude sentir en uno de sus bolsillos algo, cuidadosamente metí la mano y del bolsillo salió su teléfono.

Dentro de cuidados intensivos, una voz conocida gritaba mi nombre.


Alam Castillo
-Lo complejo de lo simple


Comentarios

Podría interesarte