Y al final, la muerte llegó: Crónica de mi muerte


No recuerdo un momento en el cual no haya contado una historia, por el simple hecho de entretener, compartir algo ficticio o real; aunque la ficción era mi verdadera pasión, de pequeño mis padres dicen que me la pasaba organizando a mis amigos y les daba un rol, un personaje, así como una obra de teatro y entrábamos en nuestros papeles en cada juego que inventaba. Siempre me admiraron por ello, por mi gran imaginación y la creatividad para inventar una historia.

Cuando crecí, más específico, cuando entré a la secundaria, la pasión por los thrillers y novelas de misterio y asesinato fueron mi pasión; tanta pasión que mi profesor de español nos encargó escribir una historia como asignación para casa, una historia corta para desarrollar un poco nuestra imaginación y cosas de maestros. Recuerdo que llegué emocionado a mi casa, me encerré en mi habitación, encendí mi estéreo, agarré lápiz y papel y me puse a escribir:

Era una noche fría, silenciosa por la ciudad; sin embargo, no era muy noche pues el reloj apenas marcaba la ocho de la noche. Aún así, el silencio era incómodo al recorrer las calles de la ciudad. Algunos locales que trasnochaban, mantenían una luz para sus clientes, indicando que se encontraban aún abierto, aunque yo no era de esos clientes, yo simplemente quería llegar a mi hogar. Preferí evitar las calles y cortar camino por los callejones, así que mi pequeña travesía por las mismas paredes oscuras comenzaba como todas las noches. Realmente ya conocía de memoria el camino, reconocía todas las sombras sospechosas que terminaban siendo solo ilusiones y mal interpretaciones de mi mente. Ya no tenía miedo, sólo caminaba hasta llegar al otro lado de todas las construcciones. Ya casi al final de mi camino, una sombra nueva apareció frente a mí, una sombra humana se interponía al final del último callejón. Decidí caminar despacio, tomando precaución sobre dicha sombra, yo realmente quería que solo fuera una mala jugada de mi mente cansada de tanto trabajar. Avancé despacio y la sombra no se movía, solo posaba a medio camino. De la nada, una luz blanca iluminó todo el callejón, impidiendo ver a mi alrededor; cuando la luz se fue, la sombra desapareció. Suspiré de alivio y seguí con mi camino, pero una sensación extraña me paralizó, mi piel erizó por completo una dama de blanco apareció repentinamente al final del callejón, iluminada por sí sola, quise retroceder pero una respiración detrás de mí comenzó a resoplar en mi cuello. Sentí como un objeto se deslizó por mi cuello y sólo caí, viendo cómo mi sangre se derramaba frente a mis ojos.

Mi profesor no estuvo muy encantado con mi trabajo, principalmente porque era sobre un asesinato y más porque lo leí frente a todo el salón. Sin embargo, a solas me alabó mi talento y me motivó a no dejar de desarrollarlo. Así que años después decidí estudiar literatura y letras para convertirme en escritor de novelas y thrillers.

Mi vida como escritor, como la de todos los adultos recién egresados de la universidad, no fue buena. Acepto que me costó trabajo pero mi talento me fue abriendo las puertas necesarias para obtener un trabajo bastante bien, el cual me daba el tiempo suficiente para dedicarme a escribir mi primer libro.
A mis veinticinco años, mi gran logro por fin se vio publicado: “Misterio en la casona del rancho”, tal como el título lo dice, una novela de misterio y una que otra muerte sin pistas. ¡El éxito fue inesperado! Mi novela se encontraba en los estantes de las librerías tanto comerciales como las locales; fui invitado a múltiples firmas de autógrafos, así que lo negocié con mi representante e inicié una pequeña gira por algunas librerías tanto de mi ciudad como las colindantes.

Todo un éxito sin duda, recuerdo que una noche salí tarde de una firma. Me encontraba feliz, borracho de esa sensación de victoria, de realización de algo importante en la vida, básicamente estaba viviendo mi sueño y no quería que parase. Decidí caminar por la ciudad dispuesto a regresar a mi hotel, para despejar la mente, para disfrutar el momento. Eran las ocho de la noche realmente no era tan tarde como creí, pero esa librería cerraba temprano por alguna razón. Caminé y pasé frente a unos comercios, la mayoría se encontraban cerrados ya, otros tenían una luz afuera de sus entradas, como para indicar que aún se encontraban abiertos, aunque la ciudad se encontraba algo sola. Nada extrañado prefería meterme a un callejón y cortar el camino para llegar a ese increíble hotel cinco estrellas. Estaba oscuro pero eso no me detuvo, anteriormente había vivido un par de años en esta ciudad y conocía los callejones a la perfección, aunque acepto que andaba oxidado pues en unas partes me perdí pero eso no cambió mi humor para nada. Reconocí un callejón y supe que el hotel estaba justo saliendo de este mismo. Al dar vuelta e incorporarme al callejón, una sombra parada estaba al final de este, creí que sólo era un hombre esperando a alguien así que decidí ignorarlo. Conforme me acercaba, la sombra no se movía, pero no tenía miedo realmente, ya me estaba saboreando ese vino de mi habitación. De la nada, una luz iluminó el callejón obligándome a cerrar los ojos y cuando los abrí, la sombra había desaparecido. Decidí ignorarlo y seguí caminando, pero una figura, una dama de blanco dio vuelta de la calle hacia el callejón, no podía ver muy bien su rostro pero sabía que me estaba viendo. Mi cuerpo se paralizó y mi piel se erizó de inmediato. Un viejo recuerdo regresó a míi, ¡todo esto sentía que ya lo había vivido! ¿Pero en dónde? Quería recordar, comencé a retroceder pero una respiración resopló en mi cuello. Sentí como la sangre bajó hasta mis pies y sin poder decir una palabra algo cortó mi garganta. Caí de repente y mi mente lo recordó todo. Yo escribí esto en la secundaria, pero sólo era ficción para una tarea escolar. La dama de blanco se acercó a mí y con una voz fantasmal me dijo las últimas palabras que escucharía en vida:
—¿Quién lo diría? Un humano escribió la crónica de su muerte años antes de que esta sucediera.

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