Un simple abrazo lleno de afecto

Pies by Alam Castillo
-"Estoy de vuelta."─ dijo. Casi lloro de la emoción. Teníamos un año de no vernos, poco menos sin hablar.
─"¡Hay que vernos! Mañana estoy libre después de las 6."─ dije muy ansioso por verla.

Karla era una chica que conocí en la universidad pero en un taller de lectura durante mi época de desempleado fue donde realmente nuestra amistad inició, y, posiblemente algo más nació, a lo mejor un sentimiento más fuerte que la amistad. Primero fueron abrazos cortos, después abrazos más largos y terminaron siendo abrazos con más calor y cariño de aún más duración que los anteriores. A su novio no le importaba, el era, algo frío en ese tiempo y su relación no se veía como al principio de la universidad; sin embargo, no por lo anterior era un aprovechado, después de todo siempre respeté su relación y como buen caballero y sobretodo amigo, jamás me metí en su relación. Después de un año, todo y todos cambiamos. Ella lo hizo.

Nos vimos frente a un bar. Realmente no iba con intención de beber, pues al día siguiente tenía que trabajar, pero para mi fortuna solo quería caminar por el puerto y así lo hicimos. Sonreímos al vernos, mi corazón latía muy nervioso y procuré no verme muy ansioso, nos abrazamos y ese abrazo fue de los mejores que recuerdo. Comenzamos a caminar, y a platicar en esencia, de cómo nos estaba yendo en la vida. Durante nuestro trayecto, realmente iba maquilando cómo agarraría su mano, la abrazaría por la cintura y la volvería a abrazar como antes. Empecé a rozar levemente mi mano con la suya, pretendiendo querer caminar juntos tomados de la mano. Fallé, simplemente no pude o mis inocentes intenciones no funcionaron. Llegamos a un sitio cómodo para sentarnos y seguir platicando. Como dije, platicamos de cómo nos estaba yendo, esa charla incluyó sus sueños, prácticamente ya convertidos en metas y objetivos, en pasos por realizar para así alcanzar ese sueño. Mi momento de hablar llegó y por supuesto, mi madurez en mi respuesta no llegaba ni a los talones de la suya. Seguimos platicando, de todo, nuestras vidas, nuestro pasado, futuro, chicos, chicas, hablamos del amor y nuestra forma de ver la felicidad misma, hablamos, mientras una banda callejera tocaba una violinista la cuál nos dio la banda sonora adecuada a la situación.

Finalizamos nuestra velada con un café y un pastel de chocolate. Yo no dejaba de ver sus grandes ojos negros y sus pestañas largas y curvas. Seguimos hablando de todo y yo aún intentaba tener algún mínimo contacto con su piel. La hora de la despedida llegó y la acompañé a su hogar temporal, caminamos más juntos, por momentos nuestras manos se llegaron a juntar, ¡a tomarse!, no sé cómo pero se soltaron de inmediato, ¿pena, casualidad?, una semana después y aún pienso en ello; sin embargo, un comentario me obligó a abrazarla y mi mano quedó colgando de su hombro y su reacción fue memorable: tomó mi mano y no la soltó. 

Cada vez que nos acercábamos a su hogar, empezaba haber más gente. Al llegar a una esquina, nos fue imposible seguir así y nos soltamos. Llegamos a una avenida y tomé valor para cruzar con ella tomados de la mano (en plan de "yo te cuido, te guío) pero no fui correspondido y nos soltamos conscientes de la acción. Traté, como último intento, volver a repetir el abrazo y que ella tomara nuevamente mi mano. No funcionó y preferí dejarla de abrazar. Llegamos al final del camino y nos despedimos.

─"Adiós, te cuidas muchísimo. Me dio gusto verte nuevamente."─ dije sinceramente, pues, no creí que después de un año realmente sintiera eso por ella. A pesar de que ahora está sin pareja y realmente vi una pequeña oportunidad en su momento de estar con ella, fui un tonto el creer que por un simple abrazo lleno de afecto significara más que lo que realmente era:; un simple abrazo lleno de afecto.

─"También te cuidas, gracias por la noche. Espero vernos pronto nuevamente."─ dijo. Y me abrazó con el mismo afecto que hace un año.


Alam
-Lo complejo de lo simple.

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