Viaje 10 | Señales de vida


El domingo decidimos levantarnos temprano al día siguiente. ¡Cinco de la mañana era la intención! Queríamos ir a caminar y comenzar ser un poco más conscientes de nuestra salud. Sin embargo, nos gusta dormir y al sonar la alarma en ambos celulares, ambos la apagamos y seguimos durmiendo. Moka, mi gata, no perdonó a la siguiente hora y comenzó a dar lata exigiendo su comida húmeda.

Al despertarnos ya en nuestra hora regular, solo le sonreí a mi novia y le dije que buena coordinación para levantarnos a callar la alarma. Solo reímos y quedamos volver a intentarlo. La verdad, como dije, nos gusta dormir y por eso mismo preferí hacer algo distinto. Cancelamos las caminatas matutinas y las cambié a hacer ejercicio en casa.

Así es, comencé a hacer ejercicio en casa. ¿Saben cuánto tiempo llevo sin hacer ejercicio de manera seria? Bueno, me lesioné del esternón aproximadamente a la edad de quince o dieciséis años cuando entrenaba tae kwon do y un arte marcial de artes marciales mixtas. La primera vez fueron tres madrazos directos al esternón durante una pelea amistosa, el primer golpe me tronó todo. La segunda vez después de un mes recuperándome, fue una patada durante un entrenamiento. El doctor me dijo que si apreciaba mi salud, renunciaría al tae kwon do. Mis papás quisieron que siguiera ejercitándome, entre mi frustración y tristeza, elegí natación el cual duré realmente no mucho, como un par de meses. Seguía teniendo aproximadamente dieciséis años. El único ejercicio o actividad era educación física en la preparatoria. Jugué mucho fútbol y fue buen portero. Quedamos segundo lugar en un torneo de la UNIVA.

En algún momento de mis veintes, entré a un gimnasio. Entrené muy poco pues comencé a trabajar y el cansancio era demasiado. 

Actualmente tengo treinta años, y llevo la mitad de mi vida sin hacer ejercicio en serio. No sé en qué momento perdí la condición física que ahora no me deja ni correr sin antes ahogarme por no saber respirar. Así me aventuré el martes pasado a tratar de hacer una rutina sencilla.

Puse la siguiente playlist que en su momento un amigo me pasó. No son canciones si no discursos de motivación así cabrona, están en inglés pero se entiendea intención de estas. Ahora que lo pienso, dicho amigo necesita una dosis de la playlist.

Comencé calentando, hasta eso hace que mi corazón se acelere. No tenía prisa alguna, calenté a mi ritmo y de ahí, partí a hacer lagartijas, medias pues mi cuerpo no me permite (aún) hacerlas como se debe. Exhausto pero el rush del discurso del momento me hizo golpearme el pecho como buen descendiente de los simios que somos. Seguí valientemente a hacer tríceps y de ahí intercalaba con sentadillas. Las completé tratando siempre de controlar mi respiración. Las piernas ya me temblaban pero siempre he sido fuerte de estas, así que hice desplantes y de ahí más brazo.

Terminé agotado, en algún momento creí que me desmayaría o vomitaría. Pero como el campeón que me sentía, no lo hice. Respiré y busqué en Youtube una meditación para relajarme y sanar mi cuerpo. Me acosté en el suelo, seguí lo mejor que pude la meditación y realmente sentí una relajación muy profunda. Visualicé la pradera verde, el bosque y el sonido de los árboles; me relajé mucho y tengo que decir que cuando abrí los ojos, una minina me veía con ojos de preocupación, olfateaba mis extremidades y mi rostro. 

Supongo que pensó que había muerto.

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