Viaje 7 | Sushi disperso después de un mes sin escribir

Todo marzo pasó y no tuve inspiración para escribir más cosas. No es que nada interesante me haya pasado. Pero realmente he estado tanto arriba y abajo en una montaña rusa con mis emociones.

Y luego, el cansancio llegó. Tal vez sea el colchón, o tal vez sea mi gata que quiere que le dé comida húmeda a las cinco de la mañana, siete hora del centro. ¡Claro! El maldito cambio de horario que me vino a desestabilizar mis horas.

Según mis cuentas he estado durmiendo aproximadamente cinco horas por noche. ¡Y eso que llevamos como una semana en este nuevo horario! Afortunadamente los sábados y domingos serán para olvidarme de que en este Estado no usan sus cambios de horario, ni uno solo y así aprovechar descansar un poco más. 

He tenido más tiempo solo, trabajo de siete de la mañana a cuatro de la tarde en mi huso horario. Agregando a esto, a mi novia le quebraron el horario. Entra a la misma hora, pero ahora tiene dos horas para comer y le da tiempo de ir a casa a comer. Ahora la llevo de nuevo a trabajar porque justo su hora de comida es de dos y media a cuatro y media; y como yo ya me desocupé, la llevo a trabajar su segunda parte y sale hasta las ocho en un buen día. 

Repito, he estado un poco de tiempo más solo y parte de ese tiempo lo ocupo en mi proyecto de Secretos de la Noche, ¡el cual acabo de terminar el primer episodio! Les dejo el link aquí del canal para que se suscriban y, si les gusta el contenido, pues se queden a verlo.

Otra cosa que cambió, es el clima. ¡Ay, no! Diría el meme del orangután de peluche. Hemos llegado a 40° C por la tarde. Y por las noches bajamos a 17° C. Para eso solo diré que el clima es muy intenso acá. Me dijeron que el clima es seco y pues no hay duda, bueno, casi. Yo que he vivido en dos lugares bastante húmedos sé lo que es sudar. Y acá, con todo y clima seco, he sudado horrible. Odio sudar haciendo nada. Y tal vez pienses que todo el mundo odia sudar, pero estás equivocado. Hay rarezas por ahí que aman el calor y todo lo que conlleva el clima caliente, sudar incluido.

Prometo escribir un poquito más al menos una entrada cada dos que tres días. Aprovecharé que Mi Viaje se ha convertido en un espacio para compartir parte de lo que siento y mucho de lo que vivo. Un diario digital, ya que me he abstenido a comprar cosas innecesarias (Magic The Gathering no entra aquí (videojuegos tampoco) porque no.) y encontrar un cuaderno perfecto para llevar un diario me es difícil porque, bueno, si el cuaderno está bonito, me da nervio usarlo incorrectamente.

Dejen les platico, hoy fui a cenar con mi novia y unos amigos de ella. Aunque era solo una de sus amigas de la preparatoria y muchos amigos de dicha amiga, pues fue una cena de cumpleaños y no recordaba hasta hace un par de horas que nos habían invitado.

El lugar al que fuimos era un local pequeño. Cajones de estacionamiento compactos y desde que me iba acomodando alcancé a ver la mesa donde nos sentaríamos. Entramos y un michi acostado en medio del lugar, lo amé. Pasamos a otra parte del lugar y ¡ay no! Calor con todo. Encierro, muchísimas personas, muchísimo ruido. No soy claustrofóbico, pero el ruido no lo aguanto, me desespera no poder escuchar y me desespera el doble tener que repetirme porque no me escucharon o pusieron atención. Los meseros al entregar las bebidas los tenía en mi espalda y eso me pone muy nervioso, tanto que solo con recordarlo sentí escalofríos al escribir esto.

Pero, la velada estuvo bien. Un fan de la cotorrisa me reconoció por mi playera de este podcast y chocamos puños al reconocernos. Me habría encantado conocer mejor a la amiga de mi chica, hice lo posible con todo y ruido. Pero cuando se regresó con su pareja, sucedió algo muy curioso.

Mi chica es naturalmente sociable. Tal vez no sea el alma de la fiesta pero le gusta convivir y más si la plática o la vibra fluye. Nuestra relación es un claro ejemplo de cómo nos hemos dejado fluir desde la primera vez que nos conocimos. Pero hoy, y me rio, ella tuvo su momento curioso de la noche, aunque sólo yo fui testigo.

Verán, nos tocó sentarnos justo en la orilla de la mesa y después de nosotros llegó otra chica con aspecto bastante relajado con una pizca de aventurera (por el paliacate que usaba como cubrebocas) y una vibra, neutral. Nos tocó hacer un poquito de plática y lo único que tuve yo en común con ella, es que ambos somos nuevos en la ciudad. Aquí, mi chica quiso hacer más plática haciéndole la clásica pregunta de rutina cuando alguien no es de la ciudad: "¿De dónde eres?

La respuesta de la aventurera fue épica: "De todas partes y de ninguna, un poco de aquí y de allá, un poco de Zacatecas y California." Aquí dejé de escuchar porque me dio risa (interna aunque yo seguí con el cubrebocas puesto) pero me dio más risa ver la reacción de mi novia, quien no supo cómo reaccionar ante esto y en su nerviosismo le volvió a preguntar y recibió una respuesta parecida. Acto seguido, mi novia se volteó conmigo y me sacó plática.

Claro que seguimos platicando con la aventurera dispersa pero mi novia, ya regresando a casa, me confesó que ella no sabe cómo tratar a las personas dispersas. A ese tipo de mentalidades que muestran y no muestran nada a la vez, te dicen pero no te dicen. Bueno, a todos nos ha pasado.

Se murió de la pena cuando le hice ver su acción de sacarme plática como método de escape y solo, bueno, otra anécdota para compartirles.

PD: Se avergonzó al ser expuesta. 

Comentarios

Podría interesarte