Viaje 12 | El Jueves desaparecido

 


Era un miércoles soleado como normalmente ha sido desde ya hace unos meses. No sabía si mi novia vendría a comer ese día, aún estaba por verse pero aún así, quise hacer de comer rico. Me puse el mandil invisible (no hemos comprado uno) y analicé los ingredientes esparcidos por la cocina. Puse a hervir agua, quería hacer una sopa para complementar el plato fuerte. Y así de inspiración repentina, terminé haciendo sopa de tortilla. El jitomate (tomate rojo) junto a cebolla, ajo y chile rojo cuyo nombre no logro recordar fueron exitosamente asados en el sartén. Los licué y listo, mi sopa de tortilla nació. La herví e improvisé la tortilla frita por totopos (que básicamente es lo mismo, ¿no?). 

Mi novia confirmó que vendría y le encargué queso panela y tortillas de harina de una tortillería que nos gusta mucho. No hubo queso y pues bueno, solo faltó quesito para que fuese una sopa auténtica. El día anterior ya había hervido un par de pechugas de pollo y las desmenucé para justo la comida. De una comida anterior, sobraron unas ricas papas con cebolla que horneé y decidí juntar el pollo con estas. Al probarlas, recordé que las papas habían sido horneadas junto a un filete de lenguado (un pez, supongo) y ahora era pollo con sabor a pescado. 

Llegó mi novia, la sorprendí con la sopa de tortillas, le gustó el pollo pescado y al llevarla a trabajar, pasamos por un frappé de una cafetería muy popular acá.

Nos dio hambre temprano y mi novia tenía ganas de helado así que le hice segunda a su antojo. Compramos un botecito pequeño de helado con galletas y le di la idea de convertirla en malteada, así que ella me hizo segunda a la idea.

Llegamos a casa y ella preparó la malteada mientras yo preparé "wraps" improvisados de pollo con espinacas. Todo bien por el momento, fuimos a dormir después de un episodio de la serie Gravity Falls y de la nada, ya era viernes.

Así es, leíste bien, empecé en un miércoles soleado y terminamos en un viernes. ¿Qué pasó con el jueves? Bueno, a lo que recuerdo, esto sucedió...

Moka, mi gata, se quedó afuera de la habitación y por ende, comenzó a querer tumbar la puerta para así poder entrar a exigirnos despertar y así servirle comida húmeda. Bueno, en cuanto abrí los ojos un dolor estomacal hizo levantarme de inmediato. Revisé el reloj, aún faltaban veinte minutos para que sonase la alarma, pero la digestión exigía que ya me levantara. No daré detalle de lo que pasó después de atender a mi gata y entrar en el baño, pero por el puro contexto podrán adivinar que algo del día anterior (o el conjunto de la tragadera) me cayó mal en el estómago. Además, me sentía débil, con dolor y cólicos, pero tenía que trabajar. Hice mi rutina matutina y mi novia seguía tumbada sobre la cama. 

Con cuidado y amor, la desperté para que ella pudiese iniciar su día pero para sorpresa de ambos, ella se levantó a vomitar. Mi sospecha acerca de mi indigestión cambió a buscar culpables en la comida del día anterior. Ella al igual que yo, no tenía energía, ni siquiera tomamos café ni desayunamos nada por el malestar estomacal. Se bañó y se arregló para su día mientras que yo cambié la laptop del trabajo a la cama porque no pensaba trabajar en NADA por lo mal que me sentía.

Su mamá llegó por ella, la despedí como costumbre y se fueron. En menos de dos minutos, mi novia regresó a vomitar nuevamente. Definitivo no estábamos aptos para el día. Al poco rato, la mamá de mi chica nos trajo bicarbonato de sodio y nos lo bebimos para asentar la barriga y así poder llevar a mi novia a su trabajo. Yo, bueno, me tumbé en la cama y se me pasó el día hasta la hora de la comida.

No quería hacer nada de comer así que mi novia me pidió encargar algo de comer pero que no nos cayese mal. Lo mejor que encontré fueron un par de sándwiches en Uber Eats junto a un jugo de manzana con miel y jengibre. Ese jugó salvó a mi novia y mejoró por mucho su día. 

Cuando ella se fue, revisé mi trabajo, al no haber nada me quedé dormido tan profundo que mi novia me tuvo que despertar. Así es, mi novia me despertó provocándome un maldito susto. Abrí los ojos, la vi, no supe qué estaba pasando pues normalmente yo voy por ella a trabajar. Pensé que ya eran las nueve de la noche. Estaba todo adormilado y agitado a la vez que me calmó y me explicó que apenas eran las cinco y su jefa la regresó a casa para que pudiera descansar. 

Habiéndome dicho lo anterior, ella cenó el último sándwich que sobraba (el otro se lo comió en el trabajo) y yo, bueno, me seguí durmiendo por ratos hasta que mejor me alisté para ya dormir toda la noche y despertar al día siguiente. Mi novia me hizo segunda, pues definitivo también quería dormir.

Era viernes por la mañana y mi gata nuevamente no fue la causante de mi despertar. Esta vez, fue la espalda baja que detuvo mi buen sueño. Supe que era viernes porque mi novia me lo dijo, pero sabía que algo me faltaba. 

Conforme fue pasando el día, recordé que mi jueves desapareció.

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