Descerebrados al volante

El golpe se escuchó seco, metálico y algo ruidoso.

—¡Carajo! Justo lo que me faltaba, ¡chocar contra un descerebrado!— Bajé de mi vehículo y revisé mi coche, justo donde había golpeado. Esta vez acepté mi culpa, pero por la falta de visión que me ocasionó otro descerebrado quien prácticamente me quitó la visión mientras conducía en reversa. El otro chofer se bajó lentamente mientras analizaba las consecuencias de mi estupidez.

—Lo siento, no te vi. Acepto la culpa, iré a llamar a mi aseguradora, ¿tú tienes? Para que lo llames, ya ves que suelen tardar en venir.— Caminé de vuelta al asiento del chofer, me subí y marqué por teléfono. La llamada no conectaba, estaba empezando a perder la paciencia en eso, un ruido me regresó a la realidad y el descerebrado tocaba mi ventana, traía sangre en su playera. —¡Oh, por Dios! ¿Estás bien?— Grité pero este no respondió. Marqué a emergencias pero tampoco conectaba. El descerebrado empezó a golpear más fuerte y bastante molesto abrí la puerta para empujarlo de mi vehículo lo más lejos que pude.

—¡Ya estuvo! —dije mientras caminaba a mi maletero—. ¡Te voy a sacar más sangre si no te comportas!— Abrí la puerta y agarré mi bate, “Joselyn” estaba grabado en su fina madera y púas de metal cubrían su esbelto cuerpo; sangre aún se podía ver en algunos de sus filos. El descerebrado gimió, quejó o lo que fuera que hacen los de su tipo y cargó contra mí. Agarré firme a Joselyn y realicé mi mejor swing que un beisbolista pudiera hacer.

—¡Home run!— Grité emocionado. La cabeza del descerebrado salió volando y el cuerpo de este cayó brotando sangre a medio coagular. Las sirenas de una patrulla y el motor acelerando de esta se escuchó de pronto. Volteé hacia su dirección y el vehículo se estrelló contra el cimiento de un puente vehicular. De la patrulla bajaron dos policías descerebrados y cargaron contra mí.

—¡Pero él lo inició! —grité señalando al decapitado. Al no recibir respuesta de los oficiales, tomé firmemente a Joselyn y abatí contra estos—. Bueno, supongo que no quisieron escuchar.— Rompí sus cráneos con un par de swings y me vestí con sus chalecos antibalas, sus pierneras con sus respectivas armas de fuego. Fui a su cajuela, mi sorpresa al abrirla fue mi merecida recompensa al tomar su escopeta y más munición.

—Bien —dije mientras terminaba de cargar munición—. Ese fue mi último intento de volver a vivir una vida normal. ¡El mundo se fue al CARAJO! Tomemos control de él, al menos despejemos el camino.— Corté cartucho de la escopeta y subí a mi monster truck blindada con un pequeño raspón en la llanta de atrás y aceleré a fondo.

—Supongo que no debí subir al descerebrado al auto en primer lugar, eso me habría ahorrado energías y tiempo. Bueno, de no haberlo hecho, no me habría encontrado con los policías. Las cosas pasan por algo, ¿no?
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